Las personas escriben para externar sus miedos, para hacerlos desaparecer al plasmarlos a través de una pluma y dentro de un papel (o una computadora). Sin embargo, es necesario que no sólo éstos seas leídos, compartidos, entendidos y explicados. La verdad es que el escribir nuestros miedos si los hace externos pero no los elimina.
Es preciso confrontarlos nuestros miedos, dejar de huir de ellos. Para en verdad decir que hemos seguido adelante, que podemos seguir adelante, es necesario poder afrontar ese miedo, ya sea una situación o una persona. De otra manera, nuestra memoria de ello siempre se basará en un miedo, haciéndonos casi imposible seguir adelante.
Si logramos confrontar nuestro pasado, aquellas situaciones que nos aterran o que simplemente nos traen malos recuerdos, aquellas situaciones que nos mantienen atadas a un pasado inexistente, si logramos darles la cara y, estando frente a ellos, en verdad decir, y creer, que podemos seguir adelante, lo haremos. 

 
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