La vida da muchas vueltas, y son pocas las veces que nos lleva exactamente a donde queríamos estar. A veces podemos pensar que tenemos todo bajo control, podemos tener todo un plan para lograr un objetivo y pensar que hemos cubierto todas las variables y pensar que no hay manera de que las cosas nos salgan mal. Sin embargo, la verdad es que somos humanos y que nada NUNCA depende sólo de nosotros.
Por eso odio hacer planes, detesto ese tipo de preguntas de "¿dónde te vez en 10 años?", porque lo más seguro es que no esté ahí, lo más seguro es que no se cumpla más de la mitad de lo que quiero. Y no porque sea fatalista ni mucho menos, puedo decir que en 5 años me estaría graduando pero quizás durante este tiempo decida tomarme un año sabático para (soñemos un poco) irme de pasante como fotógrafa de National Geographic.
Las cosas nunca terminan siendo lo que queramos que sean, a veces es para bien y a veces está para mal. Lo único que es claro es que jamás debemos aferrarnos tanto a un sólo sueño, una sola ilusión, porque a veces por un simple capricho podemos dejar pasar una oportunidad mejor.

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