lunes, 10 de agosto de 2009

La Muerte y otras cosas

Dicen que, cuando uno pierde a alguien, el llanto es un reflejo del sufrimiento por todo lo que uno no pudo alcanzar a lograr o a ser con dicha persona. Sin embargo, ¿es posible aplicar la misma teoría para las relaciones personales? Cuando uno piensa de una relación como infinita y, como normalmente pasa, se da cuenta de que, como todo, es meramente finita, ¿es posible que el llanto y el “luto” que muchas personas llevan por días, semanas, o inclusive meses, esté relacionado con la misma perdida de esa ilusión que se convierte en una ausencia de algo que nos hubiera gustado ser con esa otra persona?

Es cierto que comprar el término de una relación amorosa, familiar o amistosa con la muerte es meramente extremo. Sin embargo, ¿Cuántas personas caen en depresiones completas después de perder al “amor de su vida”? Y, ¿serviría de algo recordarnos todos los días que las relaciones que llevamos con cada persona tienen la misma probabilidad a terminar en cualquier momento como cualquier otra cosa?

¿Vale la pena depositar toda nuestra fe en la creencia de que algo o alguien pueden convertirse en un factor infinito en nuestra vida sabiendo que la misma puede terminar en cualquier momento? ¿Qué tanto necesita las personas creer en la eternidad de uno mismo o de lo que tiene para seguir adelante?

A pesar de ser posiciones y puntos de vista extremistas, en la realidad, ¿qué tanto se podría relacionar la simple acción de perder a alguien, ya sea para siempre o algo posiblemente temporal, con la manera en que las personas lidian con perder cualquier otro objeto en su vida? Y, qué es peor, ¿llorar por una posibilidad perdida o por un hecho in cambiable?

No hay comentarios:

About my blog

Sin censura ni sobre análisis, la necesidad de expresarse a través de palabras o la carencia de ellas.
CURRENT MOON